El dolor cervical es una molestia que afecta en la columna vertebral, específicamente en el cuello, involucrando músculos, nervios, y articulaciones. Las personas que sufren fuerte dolor cervical se les dificulta mover el cuello, sobre todo cuando buscan rotarlo de un lado a otro. Cuando el dolor cervical compromete a los nervios, se siente hormigueo, entumecimiento, dolores en brazos y manos.
Causas del dolor cervical
Muchos aspectos son los causantes del dolor cervical. Los más comunes son:
- Mala postura en el trabajo, al mirar la televisión, al leer, usando el celular o la computadora.
- Mala posición al dormir.
- Mala posición durante los ejercicios físicos o en entrenamientos que requieran el uso del cuello.
- Mala postura al levantar peso. Levantar peso de forma brusca.
- Accidentes por caídas o malos golpes donde se produzcan fracturas en las vértebras.
Tratamiento para el dolor cervical
No siempre el dolor cervical es constante, pero cuando pasa a ser frecuente provoca muchas molestias, incluso afecta el equilibrio y el buen desempeño de las actividades diarias. En ese caso, ya es necesario acudir con un especialista para controlar mejor este malestar.
El tratamiento para apaciguar el dolor cervical incluye:
- Colocar compresas frías y calientes alternativamente en la zona afectada.
- Duchas con fuerte presión de agua y a temperatura caliente (que sea soportable), en cuello y hombros de 10 a 15 minutos.
- Si la zona está muy afectada, recibir fisioterapia de 2 a 3 veces por semana para ayudar a la relajación muscular y movilidad cervical.
- Evitar ejercicios físicos durante un tiempo.
- Utilizar almohadilla eléctrica para aplicar calor seco.
- Tomar analgésicos y antiinflamatorios (siempre bajo indicación médica).
- Ejercicios de estiramiento en cuello y espalda ayudan a calmar el malestar.
Ejercicios para aliviar el dolor cervical
Podemos tratar el dolor cervical cuando no se hace crónico, realizando ejercicios sencillos de forma periódica:
Lateralización e inclinación
Para realizar este ejercicio debes estar sentado con los pies bien apoyados y los brazos deben caer naturalmente al costado del cuerpo (puedes cerrar las manos formando un puño).
Mueve la cabeza hacia un lado y apoya la mano opuesta del lado al te inclinas sobre la oreja que queda apuntando hacia el techo. Esto sirve para ayudarte a llevar la cabeza hacia el hombro. Mantén la posición de 20 a 30 segundos.
Luego vuelve lentamente a la posición inicial y repite al otro lado. Para que el ejercicio salga correctamente, los hombros no debe moverse.
Rotación
Para ejecutar este ejercicio debes estar sentado con los pies bien apoyados y los brazos deben caer naturalmente al costado del cuerpo (puedes cerrar las manos formando un puño).
Rota la cabeza hacia un lado, la mirada debe acompañar el movimiento (es decir, no miras hacia arriba ni abajo).
Puedes ayudarte con la mano opuesta del lado al que rotaste la cabeza para alcanzar el movimiento.
Para ello, coloca la palma en el mentón y estira suavemente.
Luego vuelve lentamente a la posición inicial y repite hacia el otro lado. Debes mantener la posición a cada lado durante 20 a 30 segundos y realizar 3 repeticiones.
Antepulsión y retropulsión
Este ejercicio también se conoce como proyección hacia delante y atrás o deslizamiento anterior y posterior de la cabeza.
Debes estar sentado con los pies bien apoyados, los brazos cruzados, las palmas apoyadas en el pecho (para estabilizarlo), la cabeza en posición neutral y los ojos mirando un punto fijo.
Lleva la cabeza y el cuello hacia delante (el tronco no se inclina hacia delante y la mirada sigue fija, la cabeza no baja ni sube, sino que se proyecta hacia delante) y luego hacia atrás (como si quisieras que se me marque la papada).
Otra variante para hacer este ejercicio consiste en estar apoyado contra una pared (puedes estar sentado en una banqueta sin respaldo), las rodillas flexionadas y la espalda, escapulas y hombros en contacto con la pared.
Ejecuta el movimiento de cabeza hacia delante y luego hacia atrás hasta que la cabeza contacte con la pared (sin perder la postura de inicio).
Finalmente, la antepulsión y retropulsión se puede realizar acostado boca arriba. Para ello, coloca una toalla enrollada debajo del cuello y ejecuta el deslizamiento anterior (hacia el techo) y posterior (marcando papada) para que el cuello presione la toalla.
Flexión y leve rotación
Para hacer este ejercicio debes estar sentado con los pies bien apoyados, los brazos al costado del cuerpo y las manos colocadas sobre los muslos.
Mueve la cabeza y el cuello hacia atrás y luego lleva el mentón al pecho. Una vez ubicado en esta posición, rota la cabeza hacia un lado tratando de mirar un hombro. Luego vuelve a la posición inicial y repite hacia el otro lado.
Recuerda: el tronco no debe acompañar el movimiento. Si tienes dificultades para mantenerlo inmóvil puedes colocar las manos sobre el pecho para estabilizarlo y controlarlo.
Automasajes
Coloca los pulgares sobre el hueso occipital (parte posterior, inferior y media del cráneo) y haz una leve presión, llevando los pulgares de afuera hacia el centro de manera lenta y constante.
Otra variante es colocar los dedos en la parte central del cuello y realizar presión para luego ir desplazando los dedos desde el centro hacia afuera. Se debe comenzar desde la nuca y llegar a los músculos trapecios (zona alta de la espalda).