Peso saludable: Todo está en la mente
Tener y mantener un peso saludable abarca: actividad física, dieta balanceada y dormir 8 horas. Muchas personas suben de peso y por lo general dicen que son de poco comer, pero no es solo lo que comemos lo que no nos hace subir de peso, existen múltiples factores que nos afectan y hacen que nuestro metabolismo se descontrole.
Adiós al sedentarismo
La actividad física es uno de los factores que, junto con una dieta balanceada, nos ayuda a mantener un peso saludable. Muchas personas no están acostumbradas a una actividad física. Se puede empezar con caminatas cortas a las que se le puede ir incrementando velocidad y distancia con la práctica constante. Esta es una buena forma de ir sumándole ejercicios a nuestro estilo de vida.
El ejercicio con una intensidad moderada hace que el organismo libere serotonina, mejor conocida como la hormona de la felicidad porque producen, químicamente, una sensación de bienestar.
Comer sano y a la hora
La dieta balanceada es aquella que incluye alimentos que aporten nutrientes a nuestro organismo. Las dietas de moda pueden prometer resultados rápidos, pero estas dietas limitan la cantidad de nutrientes que el cuerpo necesita, por lo general son poco saludables y tienden a fallar a largo plazo.
Actualmente, hay una fuerte influencia en llevar un estilo de vida saludable. Pese a eso, el sobrepeso y la obesidad siguen en aumento en personas de cualquier edad debido a la mala alimentación, el estrés, el sedentarismo y la lentitud natural del metabolismo.
Ahora bien, existen miles de métodos que prometen una solución rápida y fácil a este problema. Dietas restrictivas, suplementos alimenticios, pastillas, cremas, fajas, aparatos deportivos, cirugías, etc.; sin embargo, en la mayoría de los casos no son la solución. Estos en su mayoría tienen efectos secundarios indeseables, o mejoran el problema solo a corto plazo.
Buen descanso
Una mala higiene del sueño hace que nuestros biorritmos se descontrolen y, a partir de ahí, nos volvemos irritables y mucho más proclives a dejar que el cansancio nos nuble un poco el sentido.
Procuremos mantener un horario de sueño razonable. Si nos trasnochamos sistemáticamente entre semana y luego acabamos durmiendo la siesta, caeremos en un círculo vicioso del que nos va a costar mucho salir.
Todo está en la mente
El éxito de los esfuerzos para obtener y mantener un peso saludable, sin importar el método o producto que se utilice, depende única y exclusivamente del estado psicológico de la persona que los ejecute. El cual casi nunca se enfatiza en las opciones que se ofrecen hoy en día.
Está demostrado que nuestra motivación y emociones determinan las conductas que realizamos para obtener y mantener un peso saludable. A su vez, estas se determinan por nuestros pensamientos, los cuales en términos de dieta y ejercicio físico pueden ser:
Pensamientos saboteadores
Sabotean nuestras acciones saludables, ya que justifican y nos dan permiso de comportarnos inadecuadamente en nuestra dieta y actividad física. Por ejemplo: “No pasa nada”, “Me lo merezco”, “Solo es una vez” o “Es una ocasión especial”. Sin embargo, también nos hacen sentir mal después de haber caído en la tentación. Por ejemplo: “Siempre caigo”, “No me puedo controlar”, “Jamás lograré bajar de peso” o “Es muy difícil”. Lo cual disminuye nuestra motivación por continuar haciendo acciones saludables y así hace más probable caer en acciones indebidas en el futuro.
Pensamientos positivos
Los pensamientos positivos promueven y ejecutar acciones saludables con respecto a nuestra alimentación y actividad física. No dejan que se inventen excusas y pretextos. Mantienen nuestra motivación elevada, nos ayudan a identificar y valorar nuestros logros, además de aleccionarnos de nuestros errores de forma empática. Así, aumenta la probabilidad de continuar realizando acciones saludables en el futuro.
Está demostrado que los pensamientos positivos reducen los niveles de estrés. Las personas positivas aumentan su esperanza de vida, manejan adecuadamente sus emociones y tienen una fuerte tendencia a sufrir menos enfermedades cardiovasculares e incluso a los resfriados comunes.