Procrastinación se deriva del latín: procrastinare, procrastinator y procrastinatio. Estas palabras están formadas a partir del prefijo pro ‘hacia’ y el adverbio cras ‘mañana’, por lo tanto, su significado se define como “aplazado hasta mañana” o “perteneciente al mañana” y se puede traducir también como aplazar o postergar.
Así, la procrastinación se define como el aplazamiento voluntario sin ninguna razón válida de acciones, tareas o metas programadas con las que se está comprometido para en su lugar hacer cosas de menor importancia a pesar de las consecuencias negativas que puede traer no completar estas acciones.
Sin embargo, es más que postergar voluntariamente. La procrastinación también deriva de la palabra del griego antiguo akrasia, hacer algo en contra de nuestro mejor juicio. Piers Steel, profesor de psicología motivacional en la Universidad de Calgary refiere que la procrastinación “Es hacerse daño a uno mismo”.
Esa autoconciencia es una pieza clave para entender por qué procrastinar nos hace sentir mal. Cuando procrastinamos, no solo estamos conscientes de que estamos evadiendo la tarea en cuestión, sino también de que hacerlo es probablemente una mala idea. Y, aun así, lo hacemos de todas maneras.
“Esta es la razón por la que decimos que la procrastinación es esencialmente irracional”, dijo Fuschia Sirois, una profesora de Psicología en la Universidad de Sheffield. “No tiene sentido hacer algo que sabes que tendrá consecuencias negativas”.
Agregó: “Las personas se enganchan en este círculo irracional de procrastinación crónica debido a una incapacidad para manejar estados de ánimo negativos en torno a una tarea”.
Consecuencias negativas
La procrastinación no es un defecto del carácter o una maldición misteriosa que ha caído en tu habilidad para administrar el tiempo, sino una manera de autosabotaje que genera estados de ánimo negativos causados por ciertas tareas: aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frustración, resentimiento y más.
La procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo. Explicado de manera sencilla, es enfocarse más en “la urgencia inmediata de administrar los estados de ánimo negativos” que en dedicarse a la tarea.
Factores que llevan a procrastinar
Las expectativas que podamos tener acerca de los resultados deseados. Por ejemplo, asociar esta expectativa con el miedo a fracasar.
La creencia de que trabajamos mejor bajo presión.
La valoración que hacemos acerca de lo importante o significativa que es la tarea.
La demora en la satisfacción o tiempo requerido para tener las consecuencias favorables o reforzantes.
Qué tan impulsivo seamos.
Como vemos en la definición, la procrastinación en cierta forma es una decisión, pero pasa tan rápido, que si nos descuidamos se convierte en un hábito.
Estrategias para disminuir la procrastinación
1 La sugerencia básica para dejar de aplazar tareas es iniciar con pequeños cambios e ir progresando gradualmente. Revisa la tarea a realizar y comienza con lo que te resulte más fácil y manejable.
2 Hagamos una lista de las cosas por hacer y prioriza esas actividades planteando criterios como: fechas límites, proyectos urgentes, actividades relevantes, etc. También podemos dividir por bloques una sola tarea para resolverlo de forma específica y no global.
4 Antes de comprometernos o comenzarnos con un nuevo proyecto terminemos el que empezamos primero.
5 Identifiquemos las excusas que ponemos para iniciar las obligaciones: “No me siento de ánimo o inspirado”, “Trabajo mejor bajo presión”, “De todas formas lo termino al último minuto”. Lo mejor es no pensar tanto y poner manos a la obra.
6 Al ponernos a trabajar, evitemos estar en contacto con los distractores que nos sacan de foco (Celular, internet, tu mascota, ruido, etc.)
7 Mantengámonos motivados. Recordemos cuál es el objetivo que tenemos para desarrollar esa tarea y si de plano no lo encontramos tratemos de hacer esa tarea un reto o algo divertido.
La procrastinación es una estrategia ineficaz para hacer frente a los desafíos de la vida cotidiana. A través de la terapia cognitivo-conductual y de psicología positiva podemos ayudarnos a adoptar estrategias para estar menos estresado y ser más productivo, además de centrarnos en los aspectos positivos de la vida para hacerle frente a este feo hábito.