¿Cómo intervienen nuestras emociones a la hora de tomar decisiones financieras?
En gran medida, las finanzas se encargan del estudio de cómo los bienes, productos y servicios son valorados económicamente, cómo se llevan a cabo sus transacciones y cómo interactúan uno con el otro.
Para quienes no lo sabíamos, las finanzas tienen un componente psicológico agregado; es decir, están influidas por las reacciones de las personas ante determinada información.
Cuando comprendemos que el mundo de las finanzas tiene inherentemente este componente psicológico. Se nos hace necesario conocer el término de las “Neurofinanzas”, que no es más que la interacción de varios campos: Finanzas, psicología y neurociencia.
Las neurofinanzas estudian la naturaleza de los procesos cognitivos que participan en la adquisición y el procesamiento de información en la toma de decisiones financieras. Uno de los mayores objetivos de esta tendencia es identificar qué tipo de información el cerebro humano puede procesar de manera eficiente, así como las condiciones ambientales que facilitan u obstaculizan el procesamiento de la información. Otro es comprender mejor cómo se ajustan las decisiones de inversión en función de la apreciación de distintos tipos de incertidumbre, como el riesgo o la ambigüedad.
Entre los desafíos más importantes se encuentran: Aprender distribuciones de activos que saltan con el tiempo. Aprender a evitar inversiones aparentemente impactantes pero subóptimas. Percibir correctamente los rendimientos del mercado financiero. Hacer predicciones diarias sobre fenómenos financieros clave, como cambios en los precios, etc.
Las neurociencias han realizado enormes avances durante los últimos 20 años. La tecnología de imágenes de resonancia magnética funcional nos permite monitorizar la actividad cerebral, lo que, a su vez, nos permite entender qué partes del cerebro “se encienden” cuando las personas toman decisiones financieras. A esto último lo denominamos neuroeconomía.