Cuando somos emprendedores nos enfocamos en la marca de nuestros proyectos y nos olvidamos de nuestra marca personal. Si somos del tipo autónomo o freelance, debemos si o si tener una marca personal bien trabajada para posicionarnos como expertos. Ahora bien, si emprendemos un negocio y tenemos nuestra marca personal consolidada, los beneficios serán mucho mejores tanto para nuestra marca personal como para nuestro negocio.
Dentro del mundo de los negocios todos tenemos nuestra marca personal. Desde el mismo momento que ofrecemos un servicio o vendemos un producto dejamos una huella. Esa huella es la que nos da a conocer y se gestionará como nuestra marca personal. ¿Cómo podemos hacer eso?
Paso 1: Evaluación inicial
Antes de gestionar nuestra marca personal, es obligatorio evaluarnos para tener conciencia de la materia prima con la que contamos. Es decir, en este paso nos formulamos las preguntas pertinentes que nos den un conocimiento profundo de los factores críticos positivos con los que contamos, los aspectos positivos que podemos aprovechar utilizando nuestras fortalezas, los factores críticos negativos que se deben eliminar o reducir y los aspectos negativos externos que podrían obstaculizar el logro de nuestros objetivos.
A continuación tienes que identificar tu pasión, o por lo menos que te gustaría hacer o incluso que estás haciendo ahora, si se trata de algo que te ilusiona. Esto es precisamente lo que quieres conseguir, trabajar de algo que verdaderamente te motive o potenciar tu trabajo actual si es que ya te satisface. Esa deberá ser tu visión, lo que quieres llegar a conseguir.
Paso 2: Crea un modelo de negocio
Ya tenemos nuestro análisis inicial, ahora nos toca crear nuestro modelo de negocio diseñando una propuesta de valor que defina el producto o servicio que ofreceremos y en que se diferenciará del resto.
La propuesta de valor identifica los Unique Selling Points, que son los puntos clave para vender un producto, enfocándonos en los beneficios que obtendremos de este. Cuando hablamos de producto no lo identificamos con algo tangible a vender por un precio, sino el conjunto de habilidades que ponemos a disposición.
Paso 3: Planificación
Ya tenemos un modelo de negocio sólido, ahora necesitamos una planificación en el tiempo para desarrollarlo. Una correcta planificación nos permite adelantarnos a los imprevistos e ir ajustando tanto los objetivos como el propio modelo de negocio.
Lo primero es identificar a dónde queremos llegar, después debemos establecer objetivos a largo plazo. Estos se pueden desglosar en estructuras de corto y mediano plazo que son los trazos del camino a recorrer.
Paso 4: Ejecución
Ya conocemos todos nuestros recursos, desarrollamos nuestro modelo de negocio y planificamos la forma de desarrollarlo. Ahora solo queda ponerlo en marcha.
Recordemos que planificar es una cosa y la realidad es otra. En la medida que vayamos avanzando en nuestra gestión iremos adaptándonos a los imprevistos o ventajas que vayan surgiendo. Lo importante es irnos actualizando tanto en la planificación como el modelo de negocio.